Una jubilada olvida una bolsa con 390.000 euros en un autobús
| martes, 11 de diciembre de 2012 at 5:59
0
comentarios
Labels :
Noticia.
El día en que los cidadanos de la Unión Europea podemos felicitarnos unos a otros por recibir el Nobel de la Paz, resulta que Berlusconi es portada en los diarios del Viejo Continente y a Díaz Ferrán le salen curiosos imitadores. Entre estos últimos, una jubilada austriaca, que no digo yo que se haya enriquecido vilmente, sino que debe tener alergia a guardar el dinero en algún banco.
Confieso mi asombro al enterarme de que el presunto golfo ex presidente de la CEOE tenía escondidos en casa 150.000 euros en metálico el día de su arresto, pero eso es una menudencia en comparación con la cantidad que custodiaba una anciana cuyo nombre no ha trascendido. Resulta que la señora se paseaba por Viena con ¡¡390.000 euros!! en metálico guardados en una bolsa. También me ha venido a la mente una imagen que me enseñaron recientemente de Jesús Gil (QEPD), en la que el hombre mostraba un buen fajo de billetes que portaba para alguna emergencia.
No nos habríamos enterado de este detalle pecuniario si no fuera porque la potentada mujer tuvo un terrible descuido. Se olvidó la bolsa en un autobús de lo equivalente a la EMT vienesa. En cuanto se dio cuenta del hecho, acudió presta a una comisaría a poner una denuncia, con el miedo en el cuerpo de haber perdido los ahorros de toda una vida.
Sin embargo, por fortuna para la señora ‘Forraden’ (dado su anonimato me tomo la licencia de ponerle un seudónimo), hay gente con un sentido ético muy por encima de la codicia. Uno de ellos, el conductor del autobús en el que se dejó la pasta. Al terminar su ruta, Wolfgang R. se dio cuenta de que alguien había olvidado una bolsa y cuando vio el contenido de la misma no dudó en dejarla a buen recaudo para su devolución. “Pensé que sería una bolsa con compras o medicinas, pero la abrí y vi que había billetes de 500 euros”. Supongo que se le pondrían los ojos como los de un lemur.
De momento, no se conoce si ha recibido recompensa por su civilizada acción, aunque me da a mí que, dado el amor que parece profesar la jubilada por el papel moneda, se tendrá que conformar con el sentimiento que deja la satisfacción del deber cumplido.
Yo tengo dudas sobre cómo hubiera reaccionado tras encontrarme tan suculento botín. Supongo que habría sentido una tentación tan poderosa como la que noto ante esta galería de fotos de Bar Refaeli, pero creo que habría devuelto la pasta. Creo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)