Knismolagnia, o los orgasmos de cosquillas
Una amiga acaba de comprobar que la excitan la cosquillas. Lo supo de casualidad, mientras la podóloga le lijaba los cayos y sacudía los restos de piel seca con un cepillo de pelos muy suaves. Dice que la sensación fue repentina, y que pese a que va seguido a embellecer sus pies, nunca le había pasado algo semejante. Recordé entonces que, acá en Buenos Aires, en un barrio no muy concurrido ni fashion, funcionó (al menos hasta 2010) La Casona del Sado, un espacio donde va la gente a que le den chirlos en la cola, entre otras prácticas de dominación eróticaencuadradas en la sigla BDSM (bondage, sado, etc etc.). En el menú de placeres que ofrecen al cliente, supo figurar en algún momento el célebre “servicio de cosquillas”. Te tirás en la cama, te atan, y un ama o amo vestido para la ocasión, te hace pasa un pequeño plumero o algo parecido (pero distinto del que usamos para limpiar la casa, eso seguro) en las zonas del cuerpo más dispuestas a la esitación. A mí me daría un ataque de risa, pero sin duda las fantasías sexuales no tienen límite y ¡qué insodable es la geografía humana!…