Paisa construyó un búnker por profecía maya
| domingo, 2 de diciembre de 2012 at 4:20
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Noticia.
En los próximos días Jhon camuflará la entrada con malezas.
Con un sigilo como de secreto de Estado, Jhon, un empresario ya entrado en los 50, le da los últimos toques al búnker que, según él, le va a permitir sobrevivir al fin del mundo profetizado por los mayas.
La fecha del ‘Armagedón’, según los calendarios de los ‘Señores del tiempo’, como se conoce a esa cultura mesoamericana, es el 21 de diciembre.
“Si las predicciones se cumplen, estamos ad portas de un cataclismo galáctico y los seres en esta fase evolutiva perderíamos”, dice este antioqueño en una explicación de horas, amenizada con decenas de citas bibliográficas, algunas copas de vino y el olor aromatizante de su pipa.
Después de esa hecatombe, agrega, solo quedarán quienes estén preparados, como él, que practica la programación mental.
Cierto o no, en la retaguardia de su casa Jhon construyó una especie de ‘apartaestudio’ subterráneo con la resistencia de una caja fuerte.
Los muros del búnker, de hormigón con hierro, tienen 35 centímetros de espesor y una capa externa de cobre, para escapes de energía nuclear.
Dos claraboyas sirven para que ingrese aire, para sacar la basura y como salida de emergencia. También hay tanques de agua y energía solar por si fallan los servicios, y máscaras contra gases tóxicos.
La comida, suficiente para dos años (sopas instantáneas, enlatados y alimentos no perecederos), permanece en un depósito, a la espera de ser trasladada al refugio.
Junto con esta, bajarán botiquín, herramientas, antídotos, ropa de invierno y semillas para reforestar el planeta.
El montaje de esta parafernalia estuvo marcado por una discreción extrema.
De hecho, Jhon accedió a que EL TIEMPO lo visitara con la condición de no publicar su nombre completo ni la ubicación exacta donde espera guarecerse del cataclismo con sus dos hijos, de 18 y 15 años, y con una cuarta persona, que podría ser su exesposa o su novia actual.
De hecho, Jhon accedió a que EL TIEMPO lo visitara con la condición de no publicar su nombre completo ni la ubicación exacta donde espera guarecerse del cataclismo con sus dos hijos, de 18 y 15 años, y con una cuarta persona, que podría ser su exesposa o su novia actual.
Desde hace dos años, cuando comenzó a cavar la montaña para abrir un espacio de 60 metros cuadrados, a 5 metros de profundidad, responde con evasivas si le preguntan por su proyecto. Además soportó la lentitud de un solo albañil veterano, porque “mientras menos gente tuviera contacto con la construcción, mejor”.
Cuenta regresiva
Según Jhon y otros miembros de la Escuela de Iluminación de Ramtha, en Colombia hay unos 80 búnkeres de estos listos o en construcción. Las obras comenzaron en el 2010, tras un encuentro de la hermandad cerca de Washington.
Allí les dieron las señales de alarma para resguardarse –a la espera de que el caos le dé paso a una nueva armonía–: el cambio en la duración de los días, una gran explosión, emanación de rayos láser o naves extraterrestres en el cielo.
Los búnkeres, les dijeron,debían ser resistentes, estar a más de 1.350 metros sobre el nivel del mar y alejados de costas, ríos y ciudades. La sofisticación depende del bolsillo.
“Yo compré un terreno en el oriente antioqueño e intenté promover una especie de ciudadela. No funcionó por la lejanía y porque cada uno es muy diferente”, cuenta Jhon.
Añade que en solo horas la Tierra va a inclinarse 3 grados y el océano inundará todo. “Donde es frío lo será aún más. Las placas tectónicas podrían moverse, produciendo terremotos, tsunamis y erupción de volcanes”, dice.
La única manera de torcer el destino, sentencia, es que las personas evolucionen a un estado de conciencia superior o que los extraterrestres intercedan ante las deidades.
Si nada pasa el 21, se dará un respiro, pero confiesa que mantendrá la guardia en alto por varios meses más.
Cuidado extremo
Creyentes de la predicción maya han mostrado sus búnkeres, pero algunos los ocultan con sigilo porque en crisis cualquiera es una amenaza potencial.
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